16 de noviembre de 2009

Historia de los Samurais

En Japon la clase guerrera era conocida como Samurais, tambien llamada Bushi. Formaron una clase durante los siglos IX y XII. Emergieron de las provincias de Japon para transformarse en la clase gobernante, hasta su declive y total abolicion en 1876, durante la era Meiji. Los samurais eran luchadores, expertos en las artes marciales. Tenian notable habilidad con el arco y la espada. Tambien eran grandes jinetes. Eran hombres que vivian siguiendo el Bushido; era su modo de vida.La lealtad total del samurai era para su Emperador y para su Daimyo. Eran honestos y de total confianza. Vivian vidas frugales, sin interes en la riqueza y cosas materiales, pero con gran interes en el orgullo y honor. Eran hombres de valor verdadero. Los Samurais no temian a la muerte. Entablarian batalla sin importar cuales fueran las dificultades. Morir en la batalla reportaria honor a su familia y a su señor.
Los samurais preferian luchar solos, uno contra otro. En batalla un Samurai "invocaria" el nombre de su familia, Rango y hazañas. Entonces buscaria un oponente de similar rango y batallarian. Cuando el Samurai acaba con su oponente le decapita, para asi tras la batalla retornar con las cabezas de los oponentes vencidos que acreditan asi su victoria.
Las cabezas de los generales y aquellos con alto rango eran transportadas de vuelta a la capital y mostradas en las celebraciones y similares.
La unica salida para un Samurai derrotado era la muerte o el suicidio ritual: seppuku. Seppuku, desentrañamiento tambien conocido como Hara-Kiri, es cuando un Samurai literalmente se saca las entrañas.
Tras ese acto, otro samurai, usualmente un amigo o pariente, le corta la cabeza.Esta forma de suicido era realizada bajo diferentes circunstancias "Para evitar la captura en batalla, captura que el samurai no consideraba deshonrosa y degradante, pero de mala politica; para expiar un acto indigno o fechoria; y quizas mas interesantemente, para advertir a su Señor"
Un Samurai preferiria matarse a si mismo antes que traer deshonor y desgracia al nombre de su familia y a su Señor.Esto era considerado un acto de verdadero honor.
Los samurais fueron la clase dominante durante 1400 y 1500.
En 1600 era el tiempo de la unificacion, las luchas en Japon habian cesado.
Entonces, avanzado el final de la era Tokugawa, en los ultimos 1700 Japon comenzo a moverse hacia una vida mas modernizada, mas "Occidental". No habia necesidad para los hombres luchadores, para los guerreros, para los samurais.Los samurais y su modo de vida fueron oficialmente abolidos en los primeros años de 1870, pero no fueron olvidados del todo.
La Espada
El Sengoku fue un período bastante anárquico. Hasta los campesinos solían ir armados. Sin embargo, los samurai eran los únicos que podían llevar dos espadas, llamadas daisho, como distintivo de su estatus exclusivo como guerreros. Estas dos armas, la larga katana y la wakizashi, más corta, se llevaban juntas, aunque normalmente no se utilizaban a la vez como armas. Miyamoto Musashi se salía de la norma porque en su estilo "Dos Cielos" se utilizaban las dos espadas al mismo tiempo. También merece la pena mencionar otro tipo de espada, el no dachi. Estos enormes mandobles sólo los usaban los soldados de a pie.
Los samurai utilizaban la katana para defenderse y atacar y, por eso, nunca incluyeron como defensa los escudos, a diferencia de los caballeros europeos. Gracias a la resistencia del acero, podían bloquear y desviar golpes que habrían hecho añicos cualquier arma de acero ordinaria. Por otro lado su cortante filo le otorgaba la habilidad de rebanarle hasta los huesos a un oponente. Estas dos cualidades eran el resultado de la destreza y experiencia que los espaderos habían acumulado a lo largo de siglos de experimentación. Ninguna otra espada, ni siquiera el famoso acero toledano, pudo compararse con estas armas japonesas.
La espada de un samurai se fabricaba mediante muchas capas de hierro y acero. Ambas se alisaban a martillazos y se doblaban muchas veces hasta conseguir un "sándwich" de muchas capas. Por cada forjado se duplicaba el número de capas de metal de una espada. Así se le proporcionaba a la espada una gran dureza, cuando se fundían el acero y el hierro juntos. El hierro aportaba flexibilidad a la hoja, mientras que el centro de acero se podía endurecer hasta conseguir un filo perfecto. El proceso final del forjado era especialmente ingenioso. Se cubría la hoja con arcilla de diferente grosor a lo largo de la misma: fina en el filo cortante y gruesa hacia el extremo. Cuando una vez cubierta de arcilla se calentaba y después se enfriaba, bajaba de temperatura a diferente velocidad y los cristales de metal a cada punta de la hoja terminaban adquiriendo diferentes tamaños. Eran grandes donde se había puesto arcilla final y por tanto flexibles, y pequeños en el filo para formar un extremo firme que podría afilarse. Una vez lustrada, el cambio del acero más blando y el filo más duro quedaban como la yakiba, una línea que se parece a una ola que rompe.
El resultado de todo esto era una espada que podía cortar a un hombre en dos, literalmente. A veces los criminales condenados a muerte servían para probar las nuevas espadas, pero era más normal tomar un manojo de ramas y bambú o utilizar cadáveres.
La espada se convirtió en el "alma del samurai" que la blandía y muchas se convirtieron en reliquias de familia. Hasta en la Segunda Guerra Mundial, algunos oficiales recubrieron sus espadas de familia con accesorios apropiados para el ejército y las utilizaron de forma activa Las espadas que se llevaban a casa los oficiales aliados como recuerdos de guerra de las batallas de Asia y el Pacífico se siguen reconociendo hoy en día como aceros antiguos y valiosos.
Los códigos del samurai
Descalzarse para ingresar en un recinto blanco y minimalista en el que se celebra la ceremonia del té o hallar la paz admirando algún jardín santuario circundado de lagos, colinas y puentecitos: estas son algunas de las prácticas milenarias que despiertan la atención de los turistas, conduciéndolos hasta su país de origen. De visita en Japón, El Viajero Ilustrado habrá de encontrarse con otra legendaria tradición, últimamente fagocitada por la industria del cine: la de los samurais. ¿Era sólo técnica aplicada al dominio de las armas lo que los volvía tan implacables? ¿O habían descubierto fuentes extraordinarias de fortaleza y valor en la contemplación de la belleza y la naturaleza? Viendo a Uma Thurman o a Tom Cruise blandir el sable, El Viajero se interroga sobre lo que hay de mito y de realidad en películas como Kill Bill o El último samurai.
La palabra samurai significa literalmente "servir". La historia de esta clase militar que permaneció vigente más de mil años comenzó en el siglo XII al servicio del emperador. Siendo un país dividido por empinadas montañas, la isla nipona era una tierra difícil de controlar para un gobierno central. El emperador necesitaba huestes de guerreros montañeses capaces de hacer sentir todo el rigor de la autoridad, aún en las aldeas más remotas. Surgieron entonces estos sirvientes- guerreros-recaudadores de impuestos pero, con el transcurso del tiempo, cayeron en la cuenta de que podían ser mucho más. A fines del período Heian, alrededor del año 1200, los samurais tomaron el control de las tierras y distritos que antes administraban para el emperador y establecieron un nuevo gobierno.
Durante esta etapa, los samurais, dominaban la jerarquía social y gozaban de muchos privilegios. Las influencias que templaron su férreo carácter fueron tres: el budismo zen, el shinto y las enseñanzas de Confusio. El zen no fomenta la violencia pero la apoya en forma pasiva, debido a su actitud respecto de la muerte. Provenientes de ésta doctrina, la indiferencia frente a las privaciones físicas y la terquedad atrajeron particularmente a la clase samurai, así como la creencias estoicas basadas en la fe en el destino y la sumisión a lo inevitable, que tomaron de la misma fuente. El culto del shinto recalcó la suprema lealtad al soberano, la adoración a la naturaleza y los antepasados y el patriotismo. De Confusio, filósofo chino del siglo IV a.C., heredaron una actitud compasiva y tolerante. Estrechamente vinculados, estos códigos portaron el fundamento para el bushido, doctrina moral y filosófica de los samurais que puede traducirse como "código de conducta adecuada para el caballero combatiente japonés". El Viajero Ilustrado advertirá que muchos años después encontramos esta misma psicología en los escuadrones suicidas y los aviones kamikaze, literalmente "pilotos del viento divino".
Para los samurais, la muerte significaba un asunto de honor. Morir en la vejez y por causas naturales, no era algo deseable. Creían que una muerte noble, temprana y violenta era un signo de predilección de los dioses. Una vida bella debe culminar con una muerte hermosa. Por eso adoptaron el capullo de cerezo, bello y efímero, como emblema. Sin embargo, la muerte no debe buscarse a menos que las circunstancias lo ameriten. Un samurai que se suicidaba sin un motivo justo era visto como un cobarde. Las únicas causas que justificaban la muerte como escape digno eran vengar a los amigos, pagar un crimen, o evitar el deshonor. La espada usada (katana) era de acero fundido a fuego, plegado y replegado a golpes. Las mejores espadas, que poco a poco fueron adquiriendo cualidades místicas para los iniciados, cuentan con un millón de capas. Guerrero y espada debían fundir sus espíritus en uno solo para luchar. La curvatura es lo que le otorga su flexibilidad característica, cuyo diseño permitía partir en dos a un hombre y su caballo.
Dominar un arma tan mortal exigía años y años de entrenamiento. Sin embargo, se dedicaban también a estudiar la historia de su país y su cultura, a la meditación y a la literatura. De hecho, hacían muy poca distinción entre las artes marciales y las Bellas Artes. Era muy natural que antes de partir hacia la batalla o suicidarse escribieran un poema. El creador del haiku, género especial de poesía japonesa, fue Matsuo Basho, gran poeta del siglo XVII que había sido samurai durante su juventud. Siglos después, el escritor Yukio Mishima decidía terminar su vida haciéndose el hara-kiri. Y muchísimos años más tarde, Quentin Tarantino y Edward Zwyck decidieron plasmar la fuerza y la belleza que trasmite la mítica figura del samurai. Parece que la idea de la muerte no deja de seducir a los espíritus de sensibilidad artística. Quizás por eso, piensa El Viajero Ilustrado, es un éxito de taquilla.

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