2 de febrero de 2013

Al "Do" desde el "Jutsu"



Al “camino” desde la “técnica”
La mente del maestro nunca está quieta. Nunca se fija en una sola cosa o persona. Deja que todo pase… Ni tampoco el cuerpo se fija. Todo debe fluir. Mente y cuerpo fluyen.
La esencia de sí mismo, de uno mismo, es fudo chi (Como enseñó el maestro Zen Taisen Deshimaru), la sabiduría inamovible. La intuición, sabiduría, acción física, siempre son uno. Este es el secreto de las artes marciales. Las artes marciales no son deportes.
En un principio, las artes marciales fueron una forma para matar gente, para defenderse. La espada japonesa o tachi, es una espada larga; pero tachi también significa "corte". En la palabra kendo ken, como tachi significa "espada" y también "corte", por lo que kendo significa "la vía del sable" o la “Vía del Corte”. Las luchas con espada se remontan a los tiempos prehistóricos en Japón, pero las escuela actuales de kendo comenzaron a formarse a partir del año 1346; todo comenzó con un Samurai llamado Nodo, seguido en 1348, por Shinkage.
En un comienzo, el Samurai quería obtener poderes especiales: habilidades increíbles, mágicas. Querían poder atravesar fuego sin ser quemados o poder sobrevivir la caída de una roca sobre sus cuerpos. Para ello entrenaron sus mentes deliberadamente para obtener habilidades y poderes sobrenaturales, y eran cualquier otra cosa menos desinteresados.
Posteriormente, empezaron a estar bajo la influencia del Zen. Miyamoto Musashi, por ejemplo, que fue el más grande maestro japonés de kendo y creador del estilo Ni To Ryu o escuela de las dos espadas, también se hizo sabio. El dijo, "uno debe respetar a Dios y a Buddha, pero no debe depender de ellos".
En ese punto, la vía que enseñaba cómo cortar a sus enemigos en dos, se transformó en la vía que les enseñaba como cortar su propia mente. El jitsu se había transformado en do, la técnica se convirtió en vía o camino. Una vía de decisión, resolución, determinación. Estas eran las verdaderas artes marciales, el verdadero Budo. La fuerza y la victoria fluyen de la autoridad decisiva. Uno debe moverse más allá del nivel en el cual la mayoría de la gente se pararía o se estancaría, uno trasciende el conflicto, o lo transforma en un progreso espiritual. No había nada deportivo en entrenar en esos tiempos; los Samurai tenían una visión más enaltecida de la vida.
Las artes marciales tampoco tienen nada que ver con mantenerse en forma, ni tampoco mejorar la salud. Los occidentales siempre quieren utilizar las cosas, quieren saber el porqué de las cosas, para qué y por qué; pero el espíritu de las artes marciales, del Budo, no puede ser metido en un esquema ni en un sistema tan estrecho. Sus significados son más profundos y más esenciales, es el de la vida y el de la muerte, ya que ambos no pueden ser disociados. No hay vida sin muerte ni muerte sin vida
Las verdaderas artes marciales, el verdadero Budo deben estar más allá de toda relatividad. En otras palabras, uno debe dejar de escoger, dejar de preferir un lado o el otro en un esquema relativo de las cosas. En su lugar, debe tomarse una decisión final.
Para usar una semblanza de una conocida película de karate, el maestro le dice a su alumno… Karate es como conducir coche. Tú haces karate sí, o tu haces karate no, si karate tal vez… entonces tu… CRASHHHH…!!!
Antonio Durán Fernández



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